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    LANZAMIENTO CON HONDA


    Relacionada con este tipo de prácticas recoge, José Miguel Martín González una anécdota familiar trasmitida directamente por su abuela Dña. María Martín que, por los años 60, cuando ella contaba con 75 años, solía contar un hecho vivido por sus propios padres: hacia finales del siglo XIX se prohíbe llegar a la fiesta de fa Bajada de la Virgen con ningún tipo de palo. Entonces era común que las magas llegaran desde los pueblos y se servia de alimento a lo largo del día.

    Era frecuente, también, que algunos listillos trataran de burlarse de las magas, dándoles un golpe sobre el sombrero para escacharles los huevos. Al suceder esto, el marido de la afectada, que se llamaba Miguel Sánchez (de Las Breñas) bajó hasta el barranco, metió una piedra dentro de la manga de la chaqueta, anudó su bocamanga y blandiéndola como si fuera un palo tumbó a los listillos. Cuando intentaron buscar al hombre del palo, no lo encontraron, y las piedras descansaban de nuevo en el barranco.

    PRACTICA

    Respecto a la utilización de la honda propiamente dicha en fechas recientes, Antonio Cardona Sosa conecta con informantes en varias islas. Así, D. Juan Bonilla le explica en Lanzarote, en 1981, que la honda era utilizada por los chiquillos y se hacía cogiendo la o (Agave americana, según G. Kunkel), de la que había mucha, la majaban para sacar la pita o hilacha y la trenzaban para luego tirar las piedras. “Los pastores también la hacían a mano pero no la usaban mucho porque la piedra salía muy fuerte, por ello con la honda no se le podía tirar a una cabra porque le podía hacer daño”.

    En Fuerteventura, la referencia la ofrece don Eusebio Rodríguez Peña (1983), coincidiendo en el uso y confección y en que era muy peligrosa, ya que la piedra llegaba muy lejos y con puntería se podía hacer mucho daño. La usaban, con las precauciones que es de suponer los pastores.

    La forma de hacerla: consistía en trenzar tres hilos, los que tuviera a mano, dejando aproximadamente por la mitad de la longitud que se le quería dar una parte sin trenzar, formar el pequeño receptáculo donde colocar la piedra, terminando una punta con un lazo o “enlazada”, este fue el término que aplicó, para asegurar la honda a la mano, por a muñeca, cuando se soltaba la otra punta, al dejar libre la piedra.

    En Gran Canana, encuentra la referencia más viva en la persona del pastor y ahora artesano don Antonio Perera, el cual, además de confirmar el uso que tenía las hondas no hace muchas décadas, recordaba cómo se confeccionaban: trenzado de tres cuerdas hechas de hojas de palmera, con un tramo en el centro dejado libre para colocar entre los tres cordeles la piedra y con una particularidad: una honda está terminada en lazo para colocar en la muñeca y la otra con un lazo menor para usar el dedo medio como soporte al término del lanzamiento.

    Cuenta Antonio Cardona Sosa que el citado artesano “... aunque el material no estaba seco, nos hizo dos a base de hojas de palma, como igual se pudo hacer en tiempos prehispánicos y puede que hasta por ello, fueran más frágiles a los efectos del tiempo para encontrarse algunas en el mismo buen estado que se han hallado armas, utensilios, aperos, etc., de madera y cuero”.

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